En un mundo en el que la sencillez se está convirtiendo cada vez más en algo exótico, Rodri es un poco el éxito del hijo normal de una familia normal de un barrio normal de la España normal. Ese hijo suyo que sale de casa y va a la facultad o al cine con la novia y al que la madre le dice que no venga muy tarde, que no olvide las llaves y, por supuesto, que haga el favor de meterse la camiseta por dentro.